Entre mis escritos, encontré este intento de poesía, esbozado a mano alzada mientras surcaba las callecitas parisinas.
Aquí mi homenaje a la Ciudad de las Luces:
4-I-2011, París.
Tus angostas calles gastadas y tus antiguos edificios
son la verdadera revolución en este mundo globalizado
que despersonaliza las ciudades en nombre de la modernización.
Tus laberintos hechos calle son un mar que atrapa
pero no ahoga,
un vino añejo que embriaga a sus transeúntes sin darles resaca.